Aunque las pequeñas empresas representan una buena parte de la economía, en el país existen varios obstáculos no sólo para abrirlas y ampliarlas, sino para mantenerlas vivas a lo largo del tiempo. Los problemas económicos son los primeros en llamar la atención.
Los pequeños empresarios se ven fuertemente afectados por periodos de alta inflación y tipos de interés como el actual y tienen mayores dificultades para acceder a los productos financieros necesarios para mantener y ampliar su negocio, especialmente el crédito: se enfrentan a los tipos de interés más altos del mercado debido al perfil de la demanda y a la dificultad para ofrecer garantías. En 2020, sólo el 26% de las pequeñas empresas declararon considerar que estaban bien atendidas por el sistema bancario.
Sin embargo, otro obstáculo menos comentado es la falta de formación financiera para gestionar y ampliar el negocio. Una investigación también sobre la supervivencia de las pequeñas empresas realizada en 2021 descubrió que, además del entorno económico, la falta de preparación personal del empresario y la mala planificación y gestión del negocio eran factores preponderantes para el cierre del negocio en menos de 5 años.
Tales cuestiones pueden ser resueltas con educación financiera dirigida específicamente a este público, y los propios empresarios destacan la cuestión. En la misma encuesta, se identificaron factores que habrían contribuido a la continuidad de los negocios que cerraron, destacándose cuestiones relacionadas con la formación financiera del empresario, como una gestión y planificación financiera más eficaces. La CEPAL señaló incluso que una posible razón por la cual las empresas brasileñas renuncian voluntariamente a buscar crédito es la falta de educación financiera para identificar que necesitan el dinero o que el producto de crédito es lo que resolvería sus problemas.
Claridad sobre cómo intervenir para mejorar la educación financiera del pequeño empresario
La percepción de que brindar educación financiera enfocada a pequeños empresarios puede resultar en una mayor supervivencia empresarial y, en consecuencia, incluso en resultados económicos para el país, no es investigada a fondo en la literatura, pero es corroborada por la evidencia existente. Como ejemplo, una evaluación del desempeño del sistema S realizada en 2018 encontró que recibir asistencia aumentó la probabilidad de formalización de negocios y la demanda de crédito.
A nivel internacional, la OCDE ha señalado que la educación financiera puede resultar en comportamientos financieros como el ahorro y mejores opciones de inversión. En Canadá, los proyectos de capacidad financiera de la Canadian Youth Business Foundation aumentaron la probabilidad de que los préstamos se reembolsaran correctamente y redujeron las tasas de fracaso empresarial.
En Kenia, los programas de capacidad financiera centrados específicamente en las PYME generaron un aumento de los ingresos, mejoraron la gestión del crédito e influyeron positivamente en la cartera de préstamos. Aún así, el tema puede considerarse poco explorado, ya que escasean las evaluaciones sobre la eficacia de este tipo de acciones, y los estudios concluyen que la forma en que se llevan a cabo las intervenciones influye poco en el comportamiento financiero de los individuos y debería reevaluarse.
Así pues, aunque se reconoce la importancia de contar con medidas en este sentido y algunas ya están en marcha en varios países, hay poca claridad sobre lo que funciona. En cualquier caso, considerando que la educación financiera es relevante para la supervivencia de las pequeñas empresas y que éstas son el corazón de la economía brasileña, el tema necesita ser estudiado más a fondo para una mejor comprensión de los fenómenos, tanto en el ámbito académico como en el de las políticas públicas.